3 de julio de 2024

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Santo Tomás
3 de julio de 2024

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Santo Tomás

Soñar con San José el sueño de Dios

Soñar con San José el sueño de Dios

A las 20 horas de ayer, jóvenes de gran parte de la Diócesis se acercaron a la capilla del Seminario Mayor San José de Vigo para celebrar el Día del Seminario en un vigilia de oración presidida por el obispo de Tui-Vigo, Luis Quinteiro, y organizada por las delegaciones de Pastoral Vocacional y Pastoral Juvenil-Universitaria.

Físicamente, no pudieron asistir más de 60 personas pero, a través del canal de YouTube de la Diócesis, 36 se unieron en oración para encomendar muy especialmente a los 8 seminaristas que forman parte de esa comunidad cristiana. Este fin de semana, el domingo a las 18:30, Ramiro Álvarez y José Emilio Veiga serán instituidos acólitos, el paso previo al diaconado, un paso más en su camino hacia el sacerdocio.

Hoy, solemnidad de San José, patrón de seminarios y seminaristas, Emilio nos regala su testimonio que, quizás, pueda iluminar la vida de muchos cristianos que buscan la gran respuesta sobre la vocación cristiana.

«¡Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados! No hay muchos sabios según la carne ni muchos poderosos ni muchos de la nobleza. Dios ha escogido más bien a los que el mundo tiene por necios para confundir a los sabios; y ha elegido a los débiles del mundo para confundir a los fuertes. (1Cor 1, 26-27).

Me gustaría no tanto dar un testimonio de los comienzos de mi vocación, sino de mi camino recorrido hasta hoy.

La vocación es una respuesta a una llamada, la cuestión es, ¿quién llama? Desde pequeño sentí un cariño especial  por las cosas relacionas con la Iglesia. No me costaba salir de fiesta un sábado y madrugar un poco para ir a Misa o ayudar en la catequesis parroquial y después quedarme escuchando las anécdotas de mi párroco. Pero vas cumpliendo años y llega un momento en que tienes que empezar a tomar decisiones que marcaran tu futuro, estudiar, trabajar… y en mi caso afianzar la vocación hacia el sacerdocio, difícil cosa, cuando la sociedad reclama inmediatez, y las palabras claves en esta vocación son discernimiento y proceso. Palabras que resuena poco en la mente de un joven.

Lo inmediato en mi vida fue dedicarme al mundo laboral. Trabajé en un taller de habilitación naval, tengo que decir que era una muy buena época donde los trabajadores  no sentíamos una excesiva presión, estaba contento con mi vida y mis compañeros, pero había algo que siempre rondaba mi mente, y era el ser sacerdote. Siempre he tenido gran admiración por mi párroco Don Francisco, el cura centenario de nuestra diócesis. Veía en él un hombre sencillo, humilde y bueno, entregado a Dios y a sus feligreses, siempre dispuesto a escuchar y ayudar a aquel que llamase a su puerta. Ir creciendo en años, fue poniendo en mi vida de fe a más sacerdotes, encontré en todos ellos ese rostro de Cristo atento a los problemas del que se acerca, siempre dispuestos a ayudar y a acompañar.

Llega un punto en el que uno da el paso, nada fácil porque en ocasiones un paso largo hacia delante conlleva unos cuantos hacia atrás. La entrada en el seminario no es fácil decisión, sobre todo en estos momentos. Pero después de seis años en el seminario, con las palabras clave, discernimiento y proceso siempre presentes, puedo decir que cada día que pasa estoy más enamorado de Aquel, a quien quiero y al que quiero trasmitir a todos los que se encuentren conmigo. El proceso vocacional va haciendo que uno se conozca a sí mismo, nunca dejare de ser yo, pero si pido que mi yo quede revestido de Cristo.»

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