3 de julio de 2024

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Santo Tomás
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Santo Tomás

Con los oídos del corazón

Con los oídos del corazón

En la fiesta de hoy, la Ascensión del Señor a los cielos, celebra la Iglesia la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, en la que cada año el mensaje del papa atiende a algún aspecto relevante de los media, bien sea referido a los profesionales o a sus destinatarios. El año pasado incidía el Pontífice en la necesidad de “ir y ver”, invitando a los comunicadores a transmitir con veracidad sus experiencias reales, siendo honestos en contar, sin manipulaciones externas, lo objetivo de los acontecimientos y en la transmisión fidedigna de las opiniones.

En el mensaje de este año se entretiene el papa en otro verbo, también muy importante en la comunicación fetén: escuchar. Y le sirve a papa Francisco una preciosa frase de san Agustín  -“no queráis tener el corazón en los oídos, sino los oídos en el corazón”-, para exhortar a los comunicadores, a escuchar con el corazón. Tal actitud en efecto atañe tanto a los que son profesionales como a todos los demás, que también somos comunicadores por naturaleza: pues hemos sido creados constitutivamente para realizarnos en contacto con los otros y con el Otro, pues, apunta el papa, “no estamos hechos para vivir como átomos, sino juntos”.  

Tras referirse el mensaje del papa a la necesidad de saber escuchar “sin sordera interior”, la de quien no atiende jamás a razones porque ya está predispuesto en contra de todo diálogo, insiste papa Francisco en que “en realidad, en muchos de nuestros diálogos no nos comunicamos en absoluto. Estamos simplemente esperando que el otro termine de hablar para imponer nuestro punto de vista. En estas situaciones, como señala el filósofo Abraham Kaplan, el diálogo es un “duálogo”, un monólogo a dos voces.” En la verdadera comunicación, en cambio, tanto el  como el yo han de tender el uno hacia el otro.

Escuchar es, por tanto, el primer e indispensable ingrediente del diálogo y de la buena comunicación y no se comunica si antes no se ha escuchado. Tampoco “se hace buen periodismo sin la capacidad de escuchar. Para ofrecer una información sólida, equilibrada y completa es necesario haber escuchado durante largo tiempo. Para contar un evento o describir una realidad en un reportaje es esencial haber sabido escuchar, dispuestos también a cambiar de idea, a modificar las propias hipótesis de partida.”

Y como si se tratara de una clase de ética de la comunicación, aclara el papa: escuchar diversas fuentes, “no conformarnos con lo primero que encontramos” —como enseñan los profesionales expertos— eso asegura fiabilidad y seriedad a las informaciones que transmitimos”.

Y lo que Francisco aconseja es tan válido para los profesionales como igualmente aprovechable para todos los que somos destinatarios de los medios de comunicación. E insiste: porque es preciso “escuchar más voces, escucharse mutuamente, también en la Iglesia, entre hermanos y hermanas, ello nos permite ejercitar el arte del discernimiento, que aparece siempre como la capacidad de orientarse en medio de una sinfonía de voces”.

 “A un ilustre médico, acostumbrado a curar las heridas del alma, le preguntaron cuál era la mayor necesidad de los seres humanos. Respondió: “El deseo ilimitado de ser escuchados”. Ese deseo, nos dice el papa, nos interpela a todos los que estamos llamados a ser educadores o formadores, o que desempeñamos “un papel de comunicador: los padres y los profesores, los pastores y los agentes de pastoral, los trabajadores de la información y cuantos prestan un servicio social o político”.

Vamos a intentar aprender a escuchar mejor cada día y a poner, según la bella sinestesia de san Agustín, los oídos en el corazón.

Mons. Alberto Cuevas Fdez.

Sacerdote y periodista

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